Si ves este cuadro o aquel filme con mayor detenimiento, si lees ese poema o ese libro con más cuidado, te darás cuenta que algo más que la genialidad habitaba en aquellas mentes culpables de su creación. Un desborde de locura se asoma descaradamente en los fragmentos y los trazos. Eso me pasa siempre que veo las pinturas asombrosas de Salvador Dalí, o si me sumerjo en las letras agridulces y apasionadas de Sylvia Plath.
Por supuesto que no soy la primera, ni la única en pensarlo, desde hace varios años los científicos han investigado el eterno dilema entre la genialidad y la locura. Los resultados de sus profundas indagaciones han arrojado que existe una asociación entre algunos trastornos mentales , como la psicosis o la esquizofrenia, y la capacidad creativa y artística. Se ha llegado a hablar incluso de la mutación de un gen que es responsable de desarrollar conductas altamente creativas, pero también hace a los portadores de semejante don más propensos a desarrollar problemas psicológicos.
No por eso se asegura que todos los genios estén “locos” como románticamente se piensa, sin embargo sí se han presentado numerosos casos con esta particularidad y la frecuencia aumenta en la población cuya imaginación se esparce en complejos procesos de creación.
Adornados con temperamentos agresivos, difíciles de carácter, con comportamientos obsesivos y depresiones severas, encontramos a grandes como Edgar Allan Poe, Lord Byron, Franz Kafka, Liev Tolstoi, Robert Schumann, Vincent Van Gogh, Paul Gauguin, Salvador Dalí, Pablo Picasso, Frida Kahlo, Georgia O´Keeffe , Sylvia Plath, Ian Curtis, Elliot Smith, y una lista casi interminable de genios famosos.
Se piensa que los momentos más críticos de las enfermedades de estos artistas, fueron también sus momento más prolíficos y brillantes. Fue durante estas crisis cuándo se cree que sus emociones y percepciones eran más claras y de mayor peso, como si vieran el mundo a través de un caleidoscopio, plagado de colores, pero al fin fragmentado.
En algunas ocasiones se presentan alucinaciones auditivas y visuales. También aumenta la fluidez de sus pensamientos, su comprensión en cuanto a las ideas abstractas es mayor, así como su capacidad de asociación y su sentido de creación. Como toque final estos mismos genios presentan una mayor frecuencia de pensamientos suicidas y en varios casos lo consiguen consumar.
Es aún una cuestión dividida cuando hablamos de mentes geniales y locura, hay una delgada línea que se dibuja casi invisible ante los ojos del cuerdo común o del fanático encantado. Es también complejo saber si al final del camino contar con ese don inigualable es una fortuna o una terrible coincidencia. Al final, de genios y locos todos tenemos un poco ¿no?
miércoles
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