miércoles

32. Valor

Hoy voy a hablarle.
Voy a terminarme este café, voy a ponerme bálsamo de fresas en los labios y voy a hablarle. Le voy a decir que me gusta. No, voy a decirle que lo amo. Que fue así desde aquella lluviosa tarde que entró corriendo al salón. ¡Eso! Fue amor a primera vista, fue una flecha de Cupido, fue cosa del destino y que este encuentro fue planeado 500 años atrás. Desde entonces llevo tatuada su sonrisa y el sonido de su voz en lo más profundo de mi alma. Voy a decirle que deje de perder el tiempo con otras mujeres, ya no es necesario pues yo soy todo lo que ha estado buscando.
Al principio se quedará sin palabras, me regalará una de esas miradas confundidas por las que vivo y antes de que pueda replicarme cualquier cosa, lo atacaré con el más apasionado, sincero, suave y eterno de los besos. En ese momento se dará cuenta de que no miento, de que estamos hechos el uno para el otro, me abrazará cómo si no me hubiera visto en mucho tiempo y después nunca me dejará ir. Sólo tengo que acabarme este café y retocarme los labios… ¡Ahora! Voy a hacerlo ahora, dejo la taza en la mesa. Me armo de valor, me acomodo el cabello con las manos, (me pregunto si le gustará mi cabello).
Camino hacia la mesa dónde te encuentras leyendo, creo que el corazón me va a estallar. ¿Lo escuchas? Pum, pum, pum (por favor corazón, quédate ahí). Me paro a unos 30 centímetros de ti, hueles a menta y a mañana. Me miras y sonríes. Creo que me estoy derritiendo, mis mejillas están ardiendo, ¿las ves?
Me dices “Hola”, respiro profundo, ¿estás listo? Aquí voy…

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