domingo

25. Sobre el fin del mundo

Algo le había robado el aliento mientras esperaba sentada en la banqueta aquel enero frío y trágico. Haití estaba destruido y todo en lo que ella podía pensar era en su clase de economía política, y en su guapillo profesor español diciendo que si existía algún lugar en la tierra que podría desaparecer sin causar problemas, sin causar pérdidas económicas, culturales o de casi cualquier tipo, ese lugar era Haití. A ella le molestó aquel comentario, le parecía vacío y cruel, sin embargo se sentía más culpable de pensar que tal vez el comentario podría ser cierto. Dos sentimientos invadieron su corazón: El primero era una profunda desolación y el segundo era temor a la tormenta que se avecinaba.

Se sintió perdida, el fin del mundo había dado el grito de guerra más desgarrador. Empezaría con los buenos, a los que ya hubieran sufrido bastante, los mataría rápido, procuraría no causar dolor. Los demás se irían después, algunos más trágicamente, más solos y más devastados, la tierra sabría como irse desquitando.

La joven sabía que también merecía morir, después de todo era culpable, había usado detergentes, había bebido demasiada coca cola, había comido tanta carne, había usado mucho plástico, mucha gasolina y aire acondicionado... ¡Carajo! Qué mala suerte haber nacido para ver el fin del mundo, qué apocalíptico e irreal resultaba todo aquello. Una lágrima, dos, un millón de gotitas saladas caían de sus ojos en el grueso pavimento, susurró una disculpa.

Una pequeña grieta se escuchó como un suspiro, venía desde el fondo de la tierra, un pequeño temblor de 4 grados en la escala de Richter le sacudió el corazón, tal vez la tierra la disculparía, tal vez le daría otra oportunidad, tal vez todavía aún podía resarcir su error y salvar el mundo, luchar contra el gobierno y los empresarios ambiciosos... Quizás al menos sería lo suficiente afortunada como para ser elegida para morir antes del caos, antes de la tragedia bíblica y las profecías de Nostradamus. Tal vez todo acabaría rápido, en silencio y sin dolor. La tierra se abrió y el mundo se acabó.

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